Sí, también fue a principios de febrero
cuando entre ratas, entre alcantarillas,
te apareciste una noche, a hurtadillas,
debajo de mi cama en el loquero.
Me llevaste a tu casa por Potrero,
me quitaste, amorosa, las hebillas.
Gracias, dije, me puse de rodillas,
casi entre dientes ¡dijiste: te quiero!
Pasaron los años, me sentí cuerdo,
me alimentabas con atún y besos,
hasta que llamaste a los enfermeros.
Perdiste la cordura, pusiste el dedo.
Se me pudrieron otra vez los sesos,
al saber que fue por otro culero.
Deja un comentario