Estaba un poco escéptico con esta serie. Netflix ya me la había recomendado, pero estaba algo traumado con ver las películas nominadas al Óscar, así que no me había dado tiempo de ponerle atención.
Cierto día de la semana pasada pusieron el primer capítulo en la oficina. No pude ponerle atención por el escándalo de la banda y por el acento españolete que es complicado de cachar.
El fin de semana pasado decidí arrojarme a la aventura de La Casa de Papel y ¡No mames qué pedo! Me atrapó en corto.
En fin (PUEDE QUE HAYA SPOILERS), la onda va de un compa que recluta a varios expertos en robos, asaltos y crímenes a mano armada para ejecutar el robo del siglo, en ESPAÑA. El profesor, líder del grupo, es un genio con un trastorno obsesivo compulsivo que lleva la vida planeando el golpe, tiene todo calcula y sabe a la perfección cada momento del atraco.
La idea es meterse a robar, pero no de la forma tradicional, no quitándole la lana a los que ya tienen, sino creando su propio dinero con las máquinas de la casa de moneda y timbre ¡QUÉ CABRÓN!
Todo se alinea, sale casi a la perfección, pero nada es perfecto. Hay sucesos que sacan de control el objetivo del atraco y el profesor, los asaltantes, los rehenes y la policía tienen que ir sorteando, cada quien desde su trinchera.
Desde el primer capítulo te plantean el universo en el que vas a vivir, un mundo en el que la tensión está a la orden del día.
La construcción de los personajes es increíble, cada uno va luchando con sus motivos internos y la manera en que esto mueve el plan hace que la tensión se maneje de muy buena manera.
Los mecanismos para crear conflictos y resolverlos resbalan de una forma muy natural, aunque hay un par de ellos que son muy evidentes y otro más algo forzados, la verdad es que no me emputan, porque es la lógica que compras desde que empiezas a ver la serie.
El discurso audivisual es muy bello, tomas bien cuidadas, musicalización de serie gringa de policías, actores y actrices bastante atractivos.
Sin duda un acierto que se vuelve morboso porque uno espera que esta serie fuera en USA o Inglaterra, con el sistema que ya conocemos, pero lo hicieron muy bien al sembrarla en un ambiente donde uno se imagina que esto no va a pasar.
El humor, las referencias y los diálogos son una joya imperdible que me llevaron de los pelos por un sin fin de reflexiones éticas y filosóficas que en más de una ocasión se quedaron dando vueltas en mi cabeza por más de una noche.
Y por su puesto: el sexo, ufff. Hay de todo, relaciones interpersonales que se basan en el placer y se confunden con amor, amor; sexo por síndrome de Estocolmo, sexo por conveniencia, sexo circunstancial que termina explotando y confundiendo todo. Lo mejor es que son estas relaciones interpersonales de los personajes las que le dan mayor nivel de intensidad a la serie, no es tan casual la presencia del coito en la serie.
En fin, un material para pasar un buen fin de semana anclado a la TV viendo un contenido de calidad del que no se van a arrepentir.
Rolando Gómez 
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